A quién le encantaba explorar el mundo que la rodea.
Un día, mientras jugaba en el bosque, Lily tropezó con una cueva oculta. Estaba asustada y emocionada al mismo tiempo. Su curiosidad obtuvo lo mejor de ella, y decidió explorar la cueva.
Cuando entró en la cueva, se dio cuenta de que estaba oscuro y húmedo. Podía escuchar el sonido del agua que goteaba del techo. La cueva era tan grande que apenas podía ver el otro extremo.
Lily continuó caminando más profundamente en la cueva, pero de repente, escuchó un fuerte gruñido. Ella se congeló de miedo y se dio cuenta de que no estaba sola. Ella trató de correr de regreso, pero era demasiado tarde. Un oso gigante apareció frente a ella, bloqueando su camino.
Lily estaba aterrorizada, pero recordaba el consejo de su padre para mantener la calma frente al peligro. Lentamente se alejó del oso, tratando de no hacer movimientos repentinos. El oso siguió cada movimiento, gruñendo y mostrando sus dientes afilados.
Lily sabía que tenía que pensar rápido. Miró a su alrededor y vio una pequeña abertura en la pared de la cueva. Rápidamente se arrastró a través de él, esperando que el oso no la siguiera.
Para su alivio, el oso no la siguió, y se encontró en una pequeña cámara. Miró a su alrededor y vio un hermoso cristal en el centro de la habitación. Estaba asombrada por su belleza y decidió llevarla con ella.